Ahora mismo, en el mundo del software y el hardware libre, Juan González-Gómez es toda una referencia. Un tipo cuyas opiniones se respetan, un ‘gurú’, como se dice ahora. Sin embargo, todo el mundo lo conoce por Obijuan, su ‘nick’, un apodo que le pusieron en la mili por ser “un friki de Star Wars”, dice, y que ha adoptado desde entonces como su segunda piel.
Obijuan es doctor en Robótica por la Universidad Autónoma de Madrid, con mención europea, e ingeniero Superior de Telecomunicaciones por la Universidad Politécnica de Madrid. Pero, sobre todo, se define como un ‘hacker-maker’, un apasionado del software y el hardware libres, cuyos canales de Youtube y otras plataformas tienen un enorme impacto en el mundo de la impresión 3D, la electrónica educativa, la educación relacionada con las tecnologías… La transparencia de su trabajo, la forma en que aplica las técnicas y prácticas del Open Source en su día a día, le han granjeado una legión de seguidores y entusiastas en toda España e Hispanoamérica, como mínimo.
De cerca, Obijuan es un tipo cordial y sonriente, que mira a los ojos, y que ha meditado durante mucho tiempo sobre los temas de los que habla.
Vive en Madrid y actualmente está en La Rueca Asociación, un colectivo sin ánimo de lucro “en el que trabajamos para ayudar a los jóvenes en riesgo de exclusión social, usando tecnología. He dado un giro a mi vida y estoy en la parte mas social”, explica.
“Pero a lo que me dedico… Te lo resumo en una frase: Yo me dedico a compartir el conocimiento”.
Comencemos por el principio. ¿Cómo llegó usted a este mundo de las hackers y los makers?
Empecé en el 96, mas o menos, cuando descubrí Linux, pero la verdad es que, haciendo un poco de historia… Desde pequeño he tenido mucho afán por conocer las cosas, pero me sentía frustrado. Me fui dando cuenta de que estaba rodeado de cajas negras. Es decir, si a ti te interesa la tecnología desde que eres pequeño, no tienes acceso al conocimiento que hay en los juguetes, por ejemplo. Yo veía un juguete y lo quería desmontar, pero luego nadie te explicaba qué eran esas cosas. Entonces no había internet, claro, y no podías saberlo, nadie te lo explicaba. ¡Pero si es que incluso los propios fabricantes hacen los productos para que no lo puedas ver!
Era una cultura contradictoria. Por un lado te quieren vender cosas, pero por otro, si te interesas por ellas, no te dan acceso al conocimiento.
Es cierto.
Y por eso de pequeño siempre estaba frustrado, siempre.
Pero un día descubrí, por Richard Stallman, que había un grupo de personas que hacían justo todo lo contrario, que hacían software, tecnología, y te enseñaban cómo está hecha por dentro, te daban el código fuente para que si tú quieres lo vieras, lo modificaras, y lo compartieras… Esa filosofía me enamoró, y me dije: “Siempre voy a utilizar esto”.
En fin, desde entonces, esto para mí es una filosofía de vida. Sea software, hardware o electrónica, todo lo que yo genero tengo que compartirlo para no generar esa frustración que me crearon a mí de pequeño.
Básicamente, esa es la historia de mi vida, y la he ido aplicando en todos los campos en que he estado.
Es una filosofía que también debe mucho a las posibilidades de comunicación que ha dado, por ejemplo, internet.
Por supuesto. Antes de la era de internet, tenía mucho sentido que en una empresa o un centro de investigación juntase físicamente a todos los cerebritos, y juntos generasen algo. Y eso costaba mucho dinero, y bueno, vale, había que amortizarlo, las patentes y todo eso. Es un sistema válido y en su momento…
Sin embargo, ahora tenemos que por internet el conocimiento se comparte a coste cero. Está la Wikipedia y una infinidad de recursos… Todo ha cambiado, pero la industria y la sociedad se han quedado anquilosadas con el sistema anterior.
Ahora ya no tiene sentido estar físicamente en un sitio o en una empresa. ¡Es que vamos a avanzar muchísimo más como Humanidad si compartimos el conocimiento! ¡Salimos ganando todos! La riqueza se va a distribuir muchísimo más… Esto se vio desde el principio en el mundo de la ciencia. Si tú no compartes lo que has descubierto, y te lo revisan otras personas, no avanzas, ya no es ciencia lo que haces.
La gran pega que le ponen, sin embargo, es que el software y el hardware libres no generan empleos.
Bueno (mueve la cabeza), yo lo veo al revés.
En el caso del software, claro, es un producto puramente digital y es más difícil verlo. Pero en el caso del hardware, de las cosas físicas, se ve muy claramente. Yo he estado metido también en temas de impresión 3D, por ejemplo, que te permite crear piezas de la nada. Coges un fichero digital, y de repente te aparece un objeto, es una cosa brutal.
¿Y qué ha ocurrido? Pues que las impresoras 3D se conocen desde los años 80, pero con el modelo industrial, de patentes cerradas, solo las conocían cuatro gurús y eran inaccesibles, costaban un dineral, era una tecnología que parecía de la NASA. Y tú dices, vale, la máquina es tan compleja que realmente lo vale.
Pero luego te das cuenta de que no es así. Y de repente llega Adrian Bowyer, un profesor de una universidad inglesa, y se pone a hacer una impresora 3D totalmente libre y abierta, para enseñar a todo el mundo cómo se puede hacer. La comunidad se mete dentro, todos empezamos a aprender, a construirnos las impresoras, vemos que por uno precios de entre 400 y 500 euros te puedes construir tus impresoras, con unas calidades un poquito peores que las industriales, pero nada que justifique esa diferencia de precio. Y empiezan a salir pequeñas empresas que venden servicios de impresión, kits de impresoras… Y todo libre, ¿eh?
Es decir, ahora el conocimiento ya lo tienes tú, y lo puedes utilizar, puedes ganar dinero con él. ¿Qué es lo que ha ocurrido entonces? Que se ha generado mucha riqueza, pero de manera mas distribuida. En vez de ser una compañía que coge todo el dinero y tiene todas las patentes, e intenta que nadie más haga nada, ahora tenemos pequeños negocios que van generando sus ingresos. Pero se está generando mucho dinero con las impresoras libres.
Y bueno, en el tema de formación ya ni te cuento. La cantidad de gente que está dando cursos sobre impresoras 3D libres, y que cobran por darlos…
Es todo un mundo, ciertamente.
El problema de los sistemas centralizados es que luego vienen lumbreras con ideas como: “no, el filamento de plástico (que es muy fácil de hacer y accesible para todo el mundo), vamos a hacerlo específico para mi impresora, y que lleve un chip, y solo me lo puedes comprar a mí”. Es una tendencia hacia el monopolio. Pero las impresoras 3D ya se han extendido tanto cuando un fabricante lo ha intentado, la gente ha dicho: no.
A mí no me gusta hablar de una licencia en concreto, ni de software libre. Yo lo englobo todo en un concepto que la gente entiende muy bien: patrimonio tecnológico de la humanidad. Esto es una tecnología que tú puedes utilizar, puedes ganar dinero con ella, está ahí para todo el mundo. Es más fácil que tener una licencia libre para algo. No, esto nos pertenece a todos, ya está.
Esto del hardware libre todo el mundo lo relaciona con Arduino…
No, empezó antes. Allá por el año 2000, cuando ya teníamos más experiencia con el software libre, vimos que era un modelo que funcionaba. Es decir, que era sostenible, que generaba ideas nuevas… Era totalmente viable. Y entonces, los que nos dedicamos a hacer electrónica empezamos a decir: ¿Y por qué no aplicamos estos principios a lo físico?
Y empezamos un poco a explorar, a hacer diseños de placas y compartirlos… Claro, ahí teníamos el problema de que tú diseñabas una placa, pero el software con el que lo hacías era privado, y tenías que pagar una licencia. De modo que había una contradicción: yo libero los planos, pero si tú quieres ejercer tu libertad de modificar esos planos, y fabricar la placa, necesitabas este software específico de tal empresa.
Entonces, hubo un tiempo en que eso estuvo ahí, conviviendo…, pero el mundo del software libre fue madurando, y ya han aparecido aplicaciones de diseño libres, que se usan hasta en el CERN. Ahora ya puedes diseñar circuitos solo con software libre, y cualquier persona del mundo puede bajarse ese software, bajarse su circuito, estudiarlo, modificarlo, e implementarlo.
Bueno, a ver, cualquier persona no. Hay que saber.
(Sonríe y asiente) Que sepa. Obviamente. Cualquier persona que sepa.
Pero puedes. Tienes que aprender cómo se hace, pero ya puedes. Eso es lo importante. Eres libre.
(Hace una pausa) Mira, al principio todo esto era una cosa así, como extraña, y realmente tuvimos la suerte de que vino Arduino y catalizó todas las ideas que teníamos, ahí cristalizó el concepto y todos lo vimos muy claro. Pero lo cierto es que también nos dimos cuenta de que hasta entonces la tecnología la hacíamos solo para gente muy técnica.
Es cierto. Ese es un defecto que siempre hemos tenido, también en el software libre: que somos muy frikis y entonces hacemos las cosas para nosotros. Pero Arduino nos enseñó que tenemos que hacer tecnología para que sea accesible para todo el mundo. Para que la barrera de entrada no sea tan alta.
Es difícil lograr esto, requiere muchísimo tiempo y esfuerzo, es muy complicado hacer que algo así sea accesible, es otra capa que hay que poner en el proyecto, y la mayoría de los ingenieros no se interesan en ello. Pero tenemos que intentarlo. Yo ahora lo estoy haciendo, y me doy cuenta de que es lo que ha estado haciendo Arduino, y es impresionante.
Ahora está usted en algo que lo tiene muy ilusionado, las FPGAs.
Es el último proyecto en que estoy trabajando, el propósito de que te puedas hacer tus propios chips.
Porque Arduino es la placa impresa en la que tú sueldas los chips, ¿no? Los compras, los programas y los usas. Vale, pero ¿y el conocimiento de cómo están hechos esos chips? Ahí no está la comunidad libre todavía.
Bueno, pues ahora en el movimiento libre ya vamos tan bien que creemos que es el momento de pasar al siguiente nivel. Ahora la punta de lanza del hardware libre va en esa dirección. Y estoy usando estos dispositivos que permiten hacer los chips muy baratos y muy fácilmente: las FPGAs.
Quiero que la gente tenga accesible ese conocimiento. Que tú puedas hacer tus propios chips.
Por ejemplo, el mismo chip de Arduino, el procesador que llevan estas placas. Pues que te lo puedas hacer tú. Obviamente, esto es para la gente que le interesan estas cosas, pero ahora mismo es inaccesible.
Es verdad, uno le compra el chip al fabricante, y ya está, es lo que hay.
Pues vamos a intentar ir un paso más allá. Cuando se lo digo a la gente, todo el mundo piensa: este tío está loco. ¡Pero es que yo lo he vivido en el software libre, en las impresoras 3D, en el hardware libre…! ¡Y he visto que es posible! Yo sé que ideas así de locas, luego, con el tiempo, con la comunidad, con internet, al final se pueden hacer.
Y claro, además, hay otro elemento en este tema. Los chips los fabrican unas cuantas personas en el mundo, y tú no sabes realmente lo que están metiendo en ellos. Hace poco, por ejemplo, se ha descubierto que Intel metía, junto a sus procesadores, otro procesador adicional que como que te espiaba. Entonces…, en fin, te tienes que fiar de una compañía, no puedes verificarlo; no es como la ciencia, en la que hay revisión de pares. No, no, ahí te lo venden como que esto es maravillosos, perfecto. Bueno, vale, pues deja que la comunidad miremos allí adentro, y podamos comprobarlo. ¿Y sabes qué? Podremos.
Pero bueno, definiendo un poco. Ahora todo el mundo habla de los ‘makers’. ¿Qué es un ‘maker’?
Bueno (sonríe y reflexiona un momento), cada uno lo interpreta de una manera.
Para mí un ‘maker’ es una persona que necesita construir para comprender. A mí me pueden explicar cómo funciona un teléfono móvil, por ejemplo, y más o menos voy a tener una idea, pero yo hasta que no lo construya, realmente no lo comprendo.
Entonces, nuestra obsesión es construir cosas para comprenderlas. Por eso es tan importante que podamos abrirlas, explicar todo lo que hay por dentro, generar ese conocimiento, para que sea replicable. Porque sabemos que otros ‘makers’ lo que querrán es aprender.
Visto desde fuera la gente se piensa que un ‘maker’ simplemente construye cosas como quien hace un puzzle o… No, esto va más allá. Quieres realmente comprenderlo. Yo, en el caso de los procesadores, quiero entender cómo funcionan por dentro, y ese conocimiento, una vez que yo lo entienda, quiero transmitirlo. Pero necesito construirlo. Y si no tengo las herramientas para construirlo, me las voy a construir también.
Claro.
Esa es la esencia del movimiento ‘maker’. Aprender, compartir, construir cosas físicas y darle el poder para que cualquier persona se las pueda construir, si quiere.
La clave de todo, la base de todo, es internet. Y afortunadamente todo en internet se ha hecho de manera muy abierta, muy heterogénea, muy distribuida. Ha venido de todos los centros de investigación, surgió para comunicarse y, sobre todo, para compartir. Sin eso, siempre estaríamos reinventándose la rueda, cada uno por su lado.
Hablemos del futuro. ¿Hacia dónde cree usted que va este movimiento? ¿Qué tendencias ve las mas importantes?
Bueno, siempre hablar del futuro es muy complicado, porque es muy impredecible. Pero ahora mismo está habiendo mucho interés por llevar el movimiento maker, por ejemplo, a lo ‘bio’.
El biohacking. Es una tendencia que, como ahora la electrónica y la mecánica, empieza a ser muy accesibles para todos. Y llegan investigadores, biólogos, o de medicinas, y te dicen: para hacer un análisis de ADN utilizamos una máquina que cuesta una pasta, pero resulta que con un Arduino y no sé qué motores, me puedo hacer una que tal vez no me da la misma fiabilidad, pero es lo suficientemente potente como para montarme yo un laboratorio chiquitito y empezar a enseñar a la gente como hacer esos análisis de ADN. Esto está siendo tendencia.
Luego también está empezando a haber mucho lo de llevar la electrónica a las prendas de vestir, lo de los ‘wearables’. Es cierto que hay mucho humo ahí, pero hay un trasfondo real, muchos frikis y makers están interesados en crearse su propia ropa y tunearla. Personalizarla. Eso es tendencia.
Y ya en el mundo más electrónico, empieza a ser tendencia esto que te he comentado de meternos dentro de los chips. Cada vez somos más los que queremos ser la punta de lanza de ese sueño de que nuestra sociedad se base en la tecnología, pero entonces tenemos que hacerlo todo en ella. Yo no me quedo tranquilo si hay una parte ahí a la que solo dos personas en el mundo tienen acceso.
De lo que todo el mundo habla ahora es de la robótica.
Yo soy muy escéptico con la robótica. La gente habla de IA, que los robots van a hacer de todo… Bueno, pero todavía no hemos sido capaces de superar a la máquina de Turing. Sabemos que hay problemas que la máquina de Turing no puede resolver. Existen. Y todo lo que tenemos, por muy rápido que vaya… No sé, podría ser que llegue algo a través de los ordenadores cuánticos…, que viniese algo que superase a la máquina de Turing, pero no se ha demostrado ni se sabe…
Pero, desde el punto de vista de la educación, la robótica tiene una cosa muy buena, y es que te engloba todos los campos: tienes que saber electrónica, tienes que saber mecánica, y tienes que saber programación. Esa combinación de las tres patas, educativamente es una bomba, porque los problemas nunca están aislados. Un robot, cuando te falla, te hace mirarlo todo, ¿qué me ha fallado, el algoritmo, la electrónica, o la mecánica que no es la adecuada? Y posiblemente tengas que modificar las tres cosas para encontrar la solución óptima. Eso en un aula es fantástico.
En mi opinión, en la robótica la clave está en la energía. Seguimos con las baterías, pilas, placas… Usted, que ha trabajado en algún robot basado en los movimientos de un animal, ¿como lo ve?
Por supuesto. Es que tú ves un insecto, por ejemplo, una hormiga, cómo se mueve y anda. Pero ¿de dónde saca la energía…? Estamos lejísimos. No somos siquiera capaces de emular el animal más simple. Podemos hacer una burda imitación, pero estamos a años luz.
Y ahí tenemos que aprender de la naturaleza. ¡Es que el conocimiento está ahí! ¿De dónde saca la energía la hormiga, cómo se mueve? ¡Está ahí, solo hay que abrirla y mirarla! Lo que pasa es que los ingenieros no sabemos biología. No tenemos ni idea de lo que está pasando ahí dentro. Y un biólogo no tiene ni idea de ingeniería. Cada uno interpreta la pata de la hormiga de una forma, a su manera.
Por eso, ahora que ya tenemos internet, es tan importante que los biólogos y los ingenieros trabajen los unos con los otros. Ahí sí que saldrían cosas brutales.
Hace poco, por ejemplo, salió una investigación sobre fotosíntesis artificial.
Es una tecnología punta… Pero mira, cualquier hojita de estas lo lleva haciendo desde hace miles de años. Lo que me perturba es eso: ¡que el conocimiento está aquí! Es que solo hay que abrirlo, mirarlo, entenderlo. ¡Es que coges una hojita, la picas a la mitad, y ahí están las respuestas a todas las preguntas! Por eso la ciencia básica es tan importante…
Otro aspecto muy debatido de todo esto es la ética. Muchas de estas tecnologías nos plantean dilemas que apelan a nuestra esencia como especie. Por ejemplo, tienen riesgos que hacen que muchos se planteen prohibir las investigaciones en determinados campos.
De lo que yo estoy en contra es que se prohíba el conocimiento. Estosy convencido de que el límite no es la tecnología, no hay que prohibir una tecnología.
Mira, por ejemplo, el cuchillo. Es una herramienta muy útil, pero ¿cuánta gente muere por cuchillo?… Tal vez el porcentaje sea ínfimo, pero por supuesto que hay que investigar en ello porque, hombre, desde el punto de vista ético, si alguien muere…
Y esto es igual. Con las impresoras 3D se puso de moda que la gente se hiciera un arma. Pues oye, es que no un arma, tú con una impresora 3D te puedes hacer cualquier cosa, tanto buena como mala. Eso está claro.
Pero al final yo creo que es un tema educativo. ¿Por qué no voy yo matando a la gente? Pues porque, al final, todos sabemos, o las personas cuerdas sabemos, que no se puede matar, ¿no?
De acuerdo.
Yo creo que, al final, este es un tema que no se puede regular. Que en los sistemas altamente distribuidos, como somos las personas, este es un problema que no tiene solución. La única posibilidad es que la gente esté concienciada. Es un poco como lo de la música que copias. Pues, independientemente de que esté bien o mal, ¡es que no lo puedes controlar! Tú en mi casa no puedes controlarme. Y ni se te ocurra meterme una cámara a ver si yo… En fin, es un problema que escapa a un control.
La tecnología siempre va a tener un lado malo, claro. Pero no prohibamos el conocimiento en sí. Lo que hay que prohibir es que se aplique mal, y si hay alguien que lo hace, hay que ir a por él con toda la fuerza.
¿Cómo es el día a día de un ‘maker’?
Duro (se ríe). Porque tenemos tanta información, y hay tantas cosas por hacer, que estás siempre estresado. La gente no me lo cree, pero yo digo que, de aquí a que me muera, ¡mi tiempo ya está todo ocupado!
No me aburro, siempre tengo algo que hacer, ideas que desarrollar, algo que quiero aprender. Todo lo demás, cualquier otro evento, es tiempo que me estoy quitando de todo lo que quiero crear.
Hombre, visto así…
Por ejemplo, en el trabajo, cuando tenemos una reunión, me pongo muy nervioso porque me da la sensación de pérdida de tiempo. Es que ahora podría estar haciendo un circuito y compartiéndolo con la gente, en vez de estar aquí con esta reunión que no me está aportando nada.
En realidad, soy muy introvertido. No soy un ser social. Me gusta de vez en cuando salir por ahí, claro, pero mi estado natural es quedarme solo en mi laboratorio todas las horas que pueda, y más. Eso para mí es lo normal. Antes me llamaban de muchos sitios, iba aquí, allá…, y un día me corté la coleta y he estado durante tres años sin ir a ningún sitio, pues me quería concentrar en otra actividad.
Ahora esa etapa la he cerrado y he vuelto a la luz pública. Pero sé que luego me volveré a quitar la coleta…
Su trabajo en La Rueca es básicamente social.
En La Rueca estamos trabajando con jóvenes, y como soy muy introvertido, y en lo social sé muy poco, pues estoy aprovechando para aprender un poco de esto. Quiero aprender ahora cómo tener acceso a los jóvenes que no saben mucho de tecnología. Siempre he trabajado con estudiantes universitarios, que ya están formados. Y mi interés es ver cómo reaccionan estos otros jóvenes a la tecnología, para aprender cómo quitar más todavía las barreras. Esa es la parte que a mí me motiva, les doy un aparato y los miro a ver cómo lo hacen, qué dificultades tienen…
Un efecto secundario que no había previsto es que cuando tú compartes el conocimiento, la gente te lo agradece. Y te empiezan a escribir, a agradecer enormemente, y yo no tengo ese sentimiento… a ver, yo no… Esto lo hago porque esto es mi ética y quiero compartirlo con la gente, porque yo he estado muy frustrado, y luego también lo tengo ahí para mí. Cuando me olvide de las cosas que he hecho, las tengo ahí. Mi intención no es cambiarle la vida a nadie, solo publicar conocimiento.
No me tienen que dar las gracias. ¡Si yo para hacer tutoriales utilizó software libre, en Debian, por ejemplo, donde a lo mejor hay el trabajo de 40 mil personas! Si nos dedicamos a dar las gracias a todo el mundo, ¡es que la cadena es infinita! No puedes dar las gracias a todos. Es que yo uso un software libre, aporto una pequeña cosa, pero no lo he hecho. Lo han hecho no sé cuántos desarrolladores, que a su vez se basan en las librerías que han hecho otros tíos, que a su vez se basan en el conocimiento que han generado miles de personas en todo el mundo… En fin.